sábado, noviembre 06, 2004

La bella fabula de la Princesa y la sirvienta

Había una vez una prometedora princesa que estaba en edad casadera. Por mail se comprometió con un príncipe de cierta decadente corte europea. Quedaron de encontrarse en una fiesta que él organizaría en un plazo de un año. Seria la gran fiesta de música electrónica en la cual estarían todas las estrellitas y galancitos de la televisión, los mas escandalosos representantes del periodismo amarillista y los jóvenes mas adinerados . Contrato a los dj mas caros y conocidos del reventón europeo y acarreo (o hizo acarrear) todas las bebidas energizantes del mercado. Como la princesa tenia demasiado tiempo libre, se pasaba chateando con su amado y programando mil pequeñas tonterías para la vida en común, poniendo el acento en concordar todas las pequeñas fruslerías que acuerdan los enamorados y que después de dos días de vida en común se olvidan. Pero ella aun no lo sabia. Llego el día y la princesa decidió hacer una pequeña broma: se disfrazaría de sirvienta y trataría de seducir al príncipe en dicha fiesta. Confiada en su belleza y don de sociabilidad (eso le habían hecho creer desde su cuna) intercambio harapos de brocado y seda por los harapos de algodón de su sierva de origen indoamericano-sudamericano. Finalmente llego el gran día y la princesa disfrazada de sirvienta y pordiosera (según había leído en una revista que exhibían fotografías de auténticos pobres sudamericanos en su pintoresca miseria y habia imitado escrupulosamente) se apareció la Boite de Mallorca en la que el príncipe organizaba la fiesta a un costo fabulosamente millonario, tanto que enriqueció hasta al fisco con los aportes de ley.
Llego entonces la princesa a la puerta de la fastuosa recepción y se apresto a su coqueteo lúdico. Sin embargo tres fulanos vestidos como gente, le expulsaron con una patada en el (real) culo. Y la verdadera sirvienta pordiosera (después devenida en modelito de la televisión) pero vestida de princesa engatuso al débil príncipe gracias a sus habilidades en el uso y manejo de su anatomia y la ajena alcanzando después de una noche de éxtasis (y éxtasis) que el extenuado y gónadalmente seco principe anunciara su próxima escandalosa boda. La princesa vestida de pordiosera de exportación reflexionó por primera y quizás única vez en su vida
-¡Mierda, como cuenta el vestido...!- Se hizo lesbiana y se desquito del príncipe encamandose con la sirvienta. Fin, he dicho FIN.
Moraleja: ¿no le da vergüenza perder el tiempo leyendo esta idiotez? Aquí no hay absolutamente ninguna moraleja; es una historia anodina, intrascendente e idiota; y la unica razón valedera por la que esta aquí es porque se me antojó.

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