Malevo Muerto
Ya le jugó a la muerte el desempate
y ya perdió cantando para el carnero.
Ya su puñal es brillo sin acero,
ya no importa el motivo ni el combate.
Su historia es la de un pulso que no late;
su gloria, un paraíso arrabalero
donde ronca un arcángel patotero
y un santo cachafaz le ceba mate.
No las va con las alas de querube;
él, que nunca en el barrio de las latas
soño que iba a atorrar en una nube.
Y pasa, cachaciento, al otro verso,
donde Dios lo recibe en alpargatas
mientras le da manija al universo.
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