viernes, junio 10, 2005

Neferhotep El Bello y Bueno


Hace unos días ocurrió un suceso que paso desapercibido completamente en el mundo pero tuvo grandes y conmocionantes consecuencias en el Cenáculo de La Recova. Se trata nada mas ni nada menos que la paternidad sobre el descubrimiento del faraón Netherotep, llamado “El Bello y el bueno” por parte de dos arqueólogos belgranenses en la lejana Abydos, en Egipto claro.

Como es sabido por todos nuestros lectores, la Asociación Belgraniana de Momias y Tumbas (ABMT) no es solo una excusa para homenajear a viejas familias de la localidad. En su seno esconde un secreto revelador: es una sociedad que busca a viejas dinastías egipcias perdidas, como el caso de la decimotercera con este rey. ¿Y porque esta extraña ocurrencia? Tiene una explicación lógica, racional y muy bien fundada, pero no la conocemos... Es un verdadero misterio. Y mas aun cuando sus integrantes prácticamente no saben nada de historia, menos de jeroglíficos y lenguaje copto. Solo saben -por lo que ha trascendido al Cenáculo- que poseen una lamina muy colorida de la difunta revista Anteojito que dataría de la década del 40 pegada en la pared de su secreto club. Allí en una gráfica que aparecen Neurus, Pucho y Largirucho vestidos de egipcios a gogo, se despliega el cuadro de las muchas e incomprensibles dinastías egipcias. Cada vez que se descubre una nueva tumba en el Valle de los Reyes o en la isla sagrada de Abydos o en donde sea, ellas toman un marcador y corrigen la vieja lamina. Pero lo mas inquietante es que ellos suelen anticiparse y por su cuenta han reescrito dinastias enteras, agregados cientos de reyes desconocidos que poco a poco han salido a la luz y que además sus asombrosas predicciones suelen ser casi infalibles.

En el Cenáculo se pensó que era una diabólica conjura, pero un breve análisis descarto a los Payasos, los Enanos y a la Armada Zin inclusive. La ABMT estaba sola, solita, sola. Ni vaticano, KGB, CIA, ni la Policía Comunal tenían agentes infiltrados y menos dirige los destinos de esta misteriosa fundación. Solo en una ocasión por un descuido trágico, la sirvienta paraguaya entro a limpiar pues habían dejado abierta por error la puerta, y echado un vistazo al increíble cuadro que a esas alturas cubría todo el recinto. Inmediatamente el mas cruel y terrible castigo cayo como rayo sobre la desprevenida guaraní: fue echada sin recomendación.

Despechada contó en todas las carnicerías y panaderías del pueblo que la ABMT poseía el auspicio del Diablo, que practicaban horribles ceremonias en lenguas incomprensibles y que posiblemente hasta sacrificarían niños en el altar de un dios impío. Esto ocasiono una gran conmoción: el peronismo local quiso afiliarse a la ABMT (pero los rechazaron) y el Intendente llego a decir en el canal local debido a los ataques de la oposición, que: “el gobierno no poseía partidas asignadas ni auspiciaba de ningún modo a la ABMT, salvo con la inscripción como entidad de bien publico lo cual la exceptuó del pago de tasas de alumbrado, barrido y limpieza, recolección y red vial; tanto como otras asociaciones con las que tampoco el gobierno local mantenía mas relaciones como el Coro de Niños Ácratas y el Club de desahuciados por Mal de Amores”.

¿Pero como esta sociedad logro determinar estas cosas? La única pista existente es que además de las paredes cubiertas de dinastías y nombres, muchas de ellas aun sin descubrir, eran la prodigiosa cantidad de crucigramas que desbordaban la mesita central y se esparcían por todo el suelo hasta formar un cochón de varios centímetros. Crucigramas de todo tipo y color, pero siempre del estilo “clásico”. Nada de claringrillas o bustofredones. Además de la mesita con un lápiz de tinta (de esos que al salivarlo el trazo es violeta e indeleble) en una esquina una vieja computadora 286 con un penoso monitor de fósforo verde y unos escasos 2mb de ram completaban el cuadro que la prolija guaraní describió con lujo de detalles a petición del Cenáculo en sesión especial. Mediante algún secreto algoritmo las viejas pájaras de la ABMT habían desarrollado una forma endiabladamente compleja para deshilvanar la historia olvidada y completar una madeja perfecta. Las viejas agrias jamas revelarían su secreto, pues era la única razón de sus vidas: hilar la rueca del destino. A la secretaria, la presidenta y la tesorera únicas integrantes de la asociación tanto por su edad incierta como por sus bellos caracteres, las denominaron Las Parcas: “Cloto” Rodrigez, “Laquesis” Gonzalez Riera y “Atropos” Aguirregoitia Unzue. Como aclara la Enciclopedia Universal de Belgrano en su única edición:

“Ellas asignaban a cada persona una parte del bien y del mal que cargaría con ella, aunque el mal podía crecer por la torpe actuación de cada persona. Ninguna de sus decisiones podía ser revocada, ni siquiera por los propios dioses, cuyo destino también quedaba marcado por ellas. Cloto era la más joven y llevaba consigo telas e hilos de todas las clases y colores cuya tipología variaba según el destino de cada persona. Así las de seda y oro eran para los hombres cuyo destino era la felicidad mientras que desgracia venía simbolizada con la lana y el cáñamo. Laquesis era la que movía el artilugio en el que se enrollaban los hilos que le daba Cloto, mientras que Atropos, la mayor, siempre atenta se encargaba, con unas tijeras muy largas, de cortar el hilo de la vida de quien le placía, cuando quería y de improviso.”

Y pensándolo bien nunca se conoció cuando se creo la ABMT, ni sus oscuros estatutos trascendieron jamas, ni sus miembros femeninos fueron renovados ni incrementados y desde siempre se las conocía como viudas o solteronas. Una duda y seria discusión persiste en el seno del Cenáculo ¿Quienes son ellas? ¿Cual es su secreta estrategia y función? ¿Neferhotep I “El bello y bueno”, rey entre 1696 y 1686 (antes era sacerdote de Abydos) era un gran tipo o un flor de hijo de puta?

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