viernes, junio 10, 2005

Paz otoñal

El día se marchaba, el aire oscuro
a los seres que habitan en la tierra
quitaba sus fatigas; y yo, sólo
me disponía a sostener la guerra,
contra el camino y contra el sufrimiento
que sin errar evocará mi mente.
(Divina Comedia, canto II)



Cuando ya no hay mas nada que perder, se alcanza la paz. Así se sintió Juan E. después de una dolorosa separación matrimonial. Súbitamente había comprendido que el éxito y el fracaso de las cosas no dependía solamente de su voluntad o sus errores; era tal como el sexo una cuestión de dos porque puede existir de uno solo, aunque en la cama hayan dos cuerpos, es una sutil forma de masturbación y autoengaño. En los sentimientos también existe la masturbación, coligió (infirió) con la sabiduría que dá el desgarro. Juan E. ha iniciado la vida nuevamente, cuando ya creía que había alcanzado el cenit, el punto mas alto en realidad descubrió que se hallaba en el nadir; su polo mas opuesto. Hasta en eso había sufrido un desengaño. Su amada astronomía tampoco había sido piadosa con él. Después de todo, la diferencia radica en como miramos el centro del universo.

La primera sensación fue de ira, la segunda de amargura y ahora, recién ahora cuando ya no le quedo mas nada por decir ni tampoco la mas remota de las posibilidades de volver a sentir ese cuerpo en la oscuridad y sentirse pleno cuando entre ambos alcanzaban el clímax, allí, con la certeza de la muerte en la vida y la inminente separación de ella que se irá con sus hijos a tierras lejanas e inalcanzables para él; allí mismo supo que la paz se alcanza.

Claro esta que el único precio que se paga es la muerte en la vida. Muerte es no tener esperanzas. Muerte es no tener mas nada que sentir ni mas nada que vomitar, con ira,con amor o con dolor. Aunque camina, va a trabajar e incluso algunas veces suele esbozar una sonrisa, Juan E. esta muerto. Quizás ese sea el precio de haber vivido.

Update
Él bebe su desesperado café contra el ventanal que filtra su contraluz mañanero en un día de agonía otoñal. Gris en la calle, gris en su alma. Bebe con la premura de saber que no sabe que hacer después de beberlo. Apura la vacuidad tratando de llenarse el alma con el vacío que sintió desde que nació y que ahora mas que nunca, perfora su alma como un abismo dentro de otro. Pero él ya no se pregunta mas como esta. No siente mas que un solo color del arcoiris, y esa visión uniforme enmascara su agotamiento y vejez. Pronto dejara de beber el cafecito en Las Violetas y caminara lentamente por la avenida cuyos arboles exhiben sus garras al cielo, sin una hoja, grises y quebrados. Encaminara sus pasos hacia el Rio y elegirá un punto en el que los pescadores siempre saquen sus presas. Se arrojara y mientras el agua lodosa completa su vista y el aire escape de sus pulmones pensara con alegría que siempre odio a los pescadores, y ahora, gracias a él, dejaran de pescar en ese sitio.

Update II
"Es el efecto del otoño belgranense" fue la opinión unanime del Cenaculo de La Recova, que como sabemos, detestan cordialmente a Las Violetas, el bar rival.

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