Fabulas Libertinas
La Fontaine fue uno de los grandes maestros de la fábula, vivió en Francia en el siglo XVII (1621-1695). En esa época comenzó a reinar Luis XIV (1643), que implanta una tiranía vergonzosa. Dentro de este contexto La Fontaine con sus fábulas, realizó críticas a las relajadas costumbres de la época. Algunas de las fábulas contadas eran recreaciones de fábulas de Esopo, escritas en el siglo VI a.C.
Un demonio mas negro que ladino,
hizo para un galán enamorado
un filtro tan divino
que su amoroso afán dejó pagado.
Que el amante gozara sus antojos,
a la bella inexorable.
“La volvere a tus miras favorable,
senda será tu amor limpia de abrojos”
dijo Satán. “A tu menor mandato
por mi poder serás obedecido;
pero, en el mismo rato,
tan luego haya cumplido
lo mandado, tendrás aun que mandarme;
y, si una vez no sabes que ordenarme,
de los amantes brazos de tu dama
caerás enla voraz, tremenda llama
de la infernal caldera,
donde yo hare contigo lo que quiera”
El doncel aceptó ¡Quién no lo aceptara!
Es, en suma el mandar, facil asunto.
Y en aquel mismo punto,
como a las puertas de su bien se hallara,
subió hasta el aposento de la bella;
no sé que hizo con ella,
más, sin dejar el suelo,
diz que, en su dicha, se creyó en el cielo;
y habría sido completa su ventura
si, apenas cada cuento concluido,
no escuchase a su oído
al diablo que le acosa y que le apura;
ordena en estos casos el amante
todo lo que a su mente se presenta:
alzar torres de pórfido y diamante,
desatar el fragor de la tormenta.
Todo cuanto pedía
en menos de un segundo se cumplía.
Solo con pronunciar de oro el vocablo,
se llenaba su bolsa de doblones;
mandaba a Roma al diablo
que regresaba cargado de perdones;
todo era al enemigo facil cosa,
que de una espina hacía fragante rosa.
Y a fuerza de pensar nuestro mancebo
en qué debía pedir, halló agotada
su mente, al cabo ya rebelde al cebo.
Comunico sus cuitas a su amada,
diciendo toda la verdad desnuda,
y así le respondió ella:
“¿No estriba más que en eso vuestra duda?
Cuando venga Satán, le mostrareis
lo que tengo en la mano, y le direis:
desriza esto, y no vuelvas a mi lado
hasta haberlo desenredado”
Y asi hablando entregó al galán donoso
no sé que de un confuso laberinto
de no sé que recinto,
lo que un duque juzgará tan precioso,
que de caballería orden fue luego,
ansiada por los nobles, sin sosiego (1).
Dijo a Satán nuestro galán donoso:
“En linea circular lo que te entrego,
recta la has de volver de retorcida.
No vengas sin lograrlo, por tu vida”
Vuela el diablo, lo mete bajo prensa,
pero no es la tarea lo que él se piensa.
Ni sendos martillazos,
que una mole rompería en pedazos,
ni el calor de la fragua,
ni l ainfluencia del agua,
por más que en hallar medio se desvela,
no hay filtro, ni prodigio que en razón
pueda meter el vellón.
Cuanto más lo tocaba,
menos aquel anillo se soltaba.
“¿Que es esto?” se decía, “¿Puede mi vista
ver cosa que a mi maña se resista,
siendo tan tenue y fino?
Idiota sería con esto el más ladino”
Y el diablo fue al amante una mañana.
Y le dijo, rendido:
“Amigo, estoy vencido,
toda m ciencia para esto fue vana
te devuelvo tu bien y tu palabra,
libre te dejo ya de mi presencia,
pero dime ¿Qué es esto, y de qué esencia
que asi la derrota de mi esfuerzo labra?”
Y respondió el galáncon desparpajo:
“Muy pronto renuncias a vuestros fueros,
y si quereis seguir ese trabajo,
no os extrañeis si os digo,
que de este rizo, amigo,
existen numerosos compañeros”.
hizo para un galán enamorado
un filtro tan divino
que su amoroso afán dejó pagado.
Que el amante gozara sus antojos,
a la bella inexorable.
“La volvere a tus miras favorable,
senda será tu amor limpia de abrojos”
dijo Satán. “A tu menor mandato
por mi poder serás obedecido;
pero, en el mismo rato,
tan luego haya cumplido
lo mandado, tendrás aun que mandarme;
y, si una vez no sabes que ordenarme,
de los amantes brazos de tu dama
caerás enla voraz, tremenda llama
de la infernal caldera,
donde yo hare contigo lo que quiera”
El doncel aceptó ¡Quién no lo aceptara!
Es, en suma el mandar, facil asunto.
Y en aquel mismo punto,
como a las puertas de su bien se hallara,
subió hasta el aposento de la bella;
no sé que hizo con ella,
más, sin dejar el suelo,
diz que, en su dicha, se creyó en el cielo;
y habría sido completa su ventura
si, apenas cada cuento concluido,
no escuchase a su oído
al diablo que le acosa y que le apura;
ordena en estos casos el amante
todo lo que a su mente se presenta:
alzar torres de pórfido y diamante,
desatar el fragor de la tormenta.
Todo cuanto pedía
en menos de un segundo se cumplía.
Solo con pronunciar de oro el vocablo,
se llenaba su bolsa de doblones;
mandaba a Roma al diablo
que regresaba cargado de perdones;
todo era al enemigo facil cosa,
que de una espina hacía fragante rosa.
Y a fuerza de pensar nuestro mancebo
en qué debía pedir, halló agotada
su mente, al cabo ya rebelde al cebo.
Comunico sus cuitas a su amada,
diciendo toda la verdad desnuda,
y así le respondió ella:
“¿No estriba más que en eso vuestra duda?
Cuando venga Satán, le mostrareis
lo que tengo en la mano, y le direis:
desriza esto, y no vuelvas a mi lado
hasta haberlo desenredado”
Y asi hablando entregó al galán donoso
no sé que de un confuso laberinto
de no sé que recinto,
lo que un duque juzgará tan precioso,
que de caballería orden fue luego,
ansiada por los nobles, sin sosiego (1).
Dijo a Satán nuestro galán donoso:
“En linea circular lo que te entrego,
recta la has de volver de retorcida.
No vengas sin lograrlo, por tu vida”
Vuela el diablo, lo mete bajo prensa,
pero no es la tarea lo que él se piensa.
Ni sendos martillazos,
que una mole rompería en pedazos,
ni el calor de la fragua,
ni l ainfluencia del agua,
por más que en hallar medio se desvela,
no hay filtro, ni prodigio que en razón
pueda meter el vellón.
Cuanto más lo tocaba,
menos aquel anillo se soltaba.
“¿Que es esto?” se decía, “¿Puede mi vista
ver cosa que a mi maña se resista,
siendo tan tenue y fino?
Idiota sería con esto el más ladino”
Y el diablo fue al amante una mañana.
Y le dijo, rendido:
“Amigo, estoy vencido,
toda m ciencia para esto fue vana
te devuelvo tu bien y tu palabra,
libre te dejo ya de mi presencia,
pero dime ¿Qué es esto, y de qué esencia
que asi la derrota de mi esfuerzo labra?”
Y respondió el galáncon desparpajo:
“Muy pronto renuncias a vuestros fueros,
y si quereis seguir ese trabajo,
no os extrañeis si os digo,
que de este rizo, amigo,
existen numerosos compañeros”.
(1) La Orden del Toison de oro, creada en 1430 por Felipe el Bueno, duque de Borgoña. Dice Andrés Favyn (“Teatro del honor y caballeria”, ed. R. Fouet, París 1620) que “el tan mentado Duque disfrutaba de la privanza de unadama de Bruges, dotada de peregrina hermosura. Habiendo entrado muy de mañana en su alcoba halló sobre el tocador hebras de su campo inferior. Riendose oos gentiles hombres que le acompañaban, del descuido de la señora; y el citado duque,para encubrir este misterio, juró que el que se había reido de aquel vellón no tendría la honra de llevar el collar de la Orden del Toison que pensaba establecer por el amor de su dama”
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