domingo, febrero 20, 2005

Una tarde de verano en un recuperatorio de Filosofía

Esta es una historia de ficción, por lo tanto es extremadamente improbable que haya sucedido o que suceda jamas, por la sencilla razón que no existen los recuperatorios de Filosofía en el secundario, Barracuda Gomez, héroe epónimo de cien batallas virtuales y alguna real es inexistente y no habita a 20 metros de aquí junto a la casa de Nicolai, el ex KGB devenido también en profesor porque tampoco existe (ni uno ni el otro), tampoco es cierto que exista el Barrio 102 (habitado por virtuosos de la mente) y menos aun esta pequeña ciudad del interior del país denominada General Belgrano. Solo existen los adolescentes pero son mas desagradables y patanes que lo que están expuestos en el texto, repito, totalmente apócrifo y falso.
Barracuda Gomez.

Esa tarde Barracuda -como todos los miércoles- acude al secundario a dar su clase semanal de Filosofía, su segundo empleo. En la clase una mosca volaba en eternos círculos erráticos mientras el ventilador de techo giraba en un contrapunto mas predecible. El ritmo de ambos elementos combinados es un poderoso anestésico que combinado a la cátedra puso a dormir a mas de un adolescente. Barracuda no se inquieta, sabe que son carne de cañón -mano de obra barata futura- por lo que siente algún dolor en su interior. Los que están despiertos siguen con curiosidad el azar aéreo de la mosca apostado íntimamente que esta aterrice en la boca de algún durmiente, cosa que según las leyes de universo suele ocurrir.

Barracuda consciente de la situación corta su lección del día. Hace un silencio que se torna espeso por obra del calor y del ruido de las aspas del ventilador del techo y pregunta a boca de jarro.
-¿Que es lo que mantiene unida a la sociedad?-
Ante la sorpresa del auditorio, vuelve a preguntar
-¿Que es, señores y señoritas, lo que mantiene unida a la sociedad?-
Tras unos segundos de silencio, alguno aventura una hipótesis
-¿El estado?-
-No-
-¿La familia, señor?-
-Tampoco. ¿No hay quien arriesgue una hipótesis?-
Nuevamente el silencio señorea almas y cuerpos
-Pues bien, caballeros y damas. Lo que mantiene unida a la sociedad es el aburrimiento soberano; como el de esta clase por ejemplo-
Ante la ironía algunos se sonríen
-Paso a explicarles. Si estuvieran ocupados en algo, sus mentes no estarían adormiladas, difícilmente estarían en silencio y menos aun fingiendo interés por algunas cosas extrañas que dijeron los griegos hace 2500 años atras ...Asi pues, si trasladamos este modelo de escala reducida a un ámbito global, posiblemente la esencia del cemento que une a la sociedad sea el aburrimiento de la misma vida...-
-Pero usted dijo que lo que une a la sociedad son sus valores-
-Les mentí y les dije la verdad al mismo tiempo y aunque parezca una paradoja. Porque ¿Cuales son esos valores entonces? No me digan lo que suponemos, sino los verdaderos valores que cohesionan una sociedad-
-Y las leyes... los codigos morales...-
-No señorita, las leyes son quebradas, o como dijera Francisco de Quevedo “los mandamientos que no quebraba, los hendía”. Todos sabemos que los codigos como las leyes o los mandamientos morales no son mas que el reflejo de lo que pretendemos ser, pero que en realidad y asumiendo la analogía con una carrera de cien metros, es un objetivo y no un medio... ¿Suena muy oscuro?-
-Pero entonces ¿Por que se rompe las reglas si son un objetivo?-
-Porque no todos corremos la misma carrera. Hay tantas metas como personas empeñadas el lograr llegar al final. Sencillamente no nos hemos puesto de acuerdo en correr la misma prueba. Hay quienes persiguen al dinero, otros al poder y otros mas la posición social. La gran mayoría busca la inmediatez, un auto una casa y un televisor, y todos estamos de acuerdo que matar o robar es malo y no se debe permitir. Pero por omisión o por falta de compromiso dejamos que se mate o se robe.-
-Entonces profesor ¿Que une a la sociedad?-
-La ilusión. Como dijera Humprey Bogart en el Halcón Maltes “la materia de la que están echos los sueños” y esta era falsa.
-¿Quiere decir que estamos en un engaño?-
-Yo les pregunto a ustedes ¿Estaremos engañados o engañándonos?-
Otro manto de silencio, pero expectante cubrió el aula. La mosca había desaparecido.
-La sociedad para existir como tal forma un contrato tácito, a eso le llamaban “contrato social” y se puso en boga poco antes de la revolución francesa. Pero la mera existencia de un contrato tampoco garantiza mas que una apariencia; al igual que la democracia, el comunismo o lo que fuera, pues aun así, un contrato se debe basar en una fe intima que sea garante real de la integridad estructural de ese contrato social que dirá que clase de personas seremos en esa sociedad en construcción. Pongamos un ejemplo: para hacer una sociedad comercial se hacen contratos, en ellos se dice que fulano hará tal cosa y mengano tal otra ¿Pero que obliga a las partes a respetar los términos de ese contrato?
-Las multas o las penas-
-Puede ser, pero en realidad estas serian consecuencias y no causas-
-La palabra empeñada de los que firman ese contrato-
-Así es, la fe puesta de manifiesto. las penalidades o sanciones son instrumentos correctivos e incluso coercitivos pero si la base falla, no habrá castigo a los malvados que en la fina malla de la red de la justicia no puedan evitar, citando a Benavente.-
-¿Entonces...?-
-Entonces la esencia real de un contrato es la fe depositada, a titulo de palabra empeñada. Si nuestra sociedad es tan falible (lo que llevaría solo un instante demostrar) es porque esa fe no existe o esta devaluada. Los castigos entonces tampoco tendrían valor mas que como un incordio temporal, pues la misma sociedad carente de esa fe intima, tampoco provocaría el rechazo a quienes violaran sus preceptos mas que en circunstancias muy espasmódicas y especiales como la tragedia de Cromagnon; ero que al cabo del tiempo olvidaría su repudio y seguiría como si nada hubiera ocurrido.-
-Pero en Cromañon la culpa fue del gobierno y del empresario-
-No es así, la culpa fue de una sociedad que cobijo en su seno a una casta de empresarios que lucraron con la seguridad, que votaron a un gobierno pero no lo controlaron y a una juventud que no le dio elementos para discernir que cuando algo esta mal no hay que tolerarlo. Pero volviendo al punto principal ¿Como podríamos denominar a esa fe necesaria?-
-Fe publica-
-No- replica otro alumno- porque “publica” querría decir que hay una fe privada, distinta de la anterior-
-¿Fe social?- aventura un tercero
-¿Que tal si en lugar de Fe usamos otra expresión para no confundirnos con las creencias religiosas? Por ejemplo llamemoslo “aval moral” o tal vez contrato moral. Si fuera si entonces nuestra sociedad debería en primer termino poner en tela de juicio su contrato moral para después fundar un orden social.-
-Pero usted dijo que los valores eran inexistentes o que no eran idénticos para todos... ¿Esto no seria lo mismo?-
-Si, porque en realidad este aval moral es inexistente si no nos ponemos de acuerdo previamente en definir que deseamos como sociedad. La definición de estos parámetros es el reto que enfrentamos. Estos valores abstractos se conjugan en la acción en algo que llamamos cultura y que excede los limites del conocimiento o de la sensibilidad estética. Cuando hablamos de cultura estamos definiendo un universo de reciprocidad de unos hacia los otros, del trato entre las personas y de como definimos las jerarquías de esos valores en la aplicación real y no virtual como un decálogo ideal.
-Pero por mas que estemos escribiendo de aquí a la eternidad, nada saldría de esta aula y seria de aplicación real como usted exige...-
-Seguramente si lo planteamos como un bello ejercicio de filosofía seguramente jamas saldrá nada; pero que sucedería si lo plantearamos como una cuestión fundamental, algo que nos comprometiéramos a hacer ¿Cual seria el resultado entonces?-
-Ninguno profesor, porque somos pocos y no tenemos la fuerza para imponer nuestras ideas a los demás. Debería hacerse desde el gobierno o algo así.-
No, porque los verdaderos cambios no provienen de una ley o una orden. Sino ya nadie asesinaría o robaría; o en el menor de los casos no se engañaría. Los verdaderos cambios provienen de unos pocos y desde abajo, Fijense en la historia: Los cristianos eran 12 al principio, los musulmanes también, todas las evoluciones y aun las revoluciones provienen de pocos y afectan a muchos...-
En ese instante sonó el improbable timbre de esta inexistente historia ocurrida en ningún lugar y los personajes -tal como la concepción solipsista de los griegos- se desvanecieron en el aire y quedo solo flotando en la bruma de una pantalla de fósforo estas imprecisas lineas. Feliz Año Nuevo aunque sea febrero...

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