La lógica del gallinero
En nuestra sociedad argentina prima la lógica del gallinero. No solo en el sentido usual del termino (en que la defecación cae desde lo alto a lo bajo) sino en el mas laxo sentido posible. La Pax Gallinácea es el periodo en horas de la siesta en que los animalitos duermen o a lo sumo discurren silenciosos por el ámbito del corral. Pero en un momento dado una gallina inicia un leve cacareo, que sube en intensidad gradualmente y finaliza con el general escandalo del gallinero, el cual se contagia a los gallineros cercanos generando una barahúnda alborotadora. Después,tal como se inicio se disuelve sin que quede nada, mas que el silencio de la siesta.
En los recientes hechos (la interpelación de Ibarra) se nos ha representado a quienes no vivimos en Capital Federal (el ombligo del mundo nacional) esta penosa analogía. Sin que nos interese mayormente el destino de este funcionario (no estamos a favor ni en contra) fuimos espectadores de la faz mas pésima de nuestra idiosincrasia.
En primer termino la escasa altura de la mayoría de los legisladores, que olvidándose del sentido de una interpelación se dieron al juzgamiento o a la exoneración al funcionario mencionado. La interpelación es la acción de interpelar, y esta es requerir, compeler o simplemente preguntar a alguien para que dé explicaciones o descargos sobre un hecho cualquiera. En el régimen parlamentario, usar la palabra para iniciar o plantear al Gobierno, y a veces a la mesa, una discusión amplia ajena a los proyectos de ley y a las proposiciones, aunque no siempre tienda a obtener explicaciones o descargos de los ministros, Y tal como esta definición de la Real academia Española, en las dos sesiones el pleno del cuerpo opto por lo segundo “aunque no siempre tienda a obtener explicaciones o descargos de los ministros”. ¿Por qué? Por la politización de tirios y troyanos que de igual manera y con igual saña no dieron nada de sí.
En segundo termino la escasa educación y respeto de la barra, integrada por familiares de las víctimas de la catástrofe de Cromañon. En el dolor y en el afán por sus perdidas, saltaron todas las normas de la Cámara y terminaron protagonizando un show de insultos y prejuicios que tampoco ayudara en nada, pues como la analogía del gallinero, la sociedad terminara olvidándose, como paso con similares circunstancias ¿O no recordamos el avión de Lapa, la discoteca Khevis y tantas otras cosas?
Inclusive el dolor de estas personas no justifica su actuación, pues la determinación de la responsabilidad no debería ser la mera búsqueda de un chivo expiatorio. Debería ser una actitud responsable que tienda a que este tipo de situaciones no se repitan mas. Como mencione en una serie de artículos posteados en Fabio.com.ar, hay una escala de responsabilidades, no existe un único y solitario artífice. En primer grado esta el empresario que despreciando las normas sobre seguridad no detuvo el recital, en segundo lugar están los contralores de la ciudad que evidentemente no actuaron y en tercer termino pero no menos importante esta nuestra misma sociedad que es complaciente, cómoda y espasmódica. Solo actúa cuando pasan las cosas. ¿Pero donde ha quedado eso de que tenemos las autoridades que merecemos? Ibarra o el Gran Khan de Tartaria no surgieron por si mismos, en el caso de Ibarra fue electo dos veces, el electorado confió en el. Mas esta sociedad descuido lo fundamental: democracia no es solamente elegir quien nos gobierne, es controlar y peticionar para que el rumbo de la república no sea un asunto privado, sino publico; los latinos denominaron acertadamente a esto como “la res publica”, la cosa publica.
Una sociedad que es indiferente al esfuerzo, que solamente vota y después se olvida no puede cabalmente reclamar nada si después las cosas salen mal, Y esto incluye la educación y el respeto, que van mas alla de saludar o decir gracias. Tener conciencia social es no permitir la corrupción a nuestro alrededor, pues Chaban (el empresario) contó con la anuencia de los miles que ingresaron esa noche,a sabiendas que no entraba un alfiler; el gobierno contó con la comodidad de la ignorancia de la gente que no solo permitió ese infierno sino que no posee la mas mínima instrucción para afrontar una catástrofe de esta magnitud.
Descansar en la buena fe del gobierno o en la del sector privado es un rasgo de indolencia social, y estos son los efectos. Pues en definitiva ¿quien es el gobierno, quienes son las empresas? Nosotros, no “ellos” como penosamente se ve por televisiónuna y otra vez en lo que sea despersonalizando la tragedia en alguienes que no son del cuerpo social que integramos. Los funcionarios son servidores públicos, debemos usarnos de ellos con precisión, corrección y sin la niebla del dolor, aunque sea difícil. El día que nuestra sociedad sea mas justa, prudente y educada ese día terminaran los políticos turbios, los empresarios inescrupulosos y las
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