El sabor del encuentro
No, no es propaganda de una bastarda cerveza nacional, que cada vez es mas publicidad y menos cerveza... Es el recuerdo que les deseo obsequiar en el día de hoy y que por azares del Internet, recién publicare mañana Jueves 3 (se colgó el servidor en Buenos Aires). En el día de la fecha, en el turno que va de 20a 22hs en el Centro de Formación Docente me reencontre con mi ominoso pasado. El terror de los niños y adolescentes, la Matemática, llego en forma de una bondadosa señora mayor, de anteojos redondos, semblante no exento de una ternura de historia infantil y estatura mediana. Con su voz cordial y persuasiva descargo tres o cuatro pequeñas hojitas fotocopiadas de varias decenas de ejercicios del noble arte de la tortura numérica en cada uno de nosotros. En realidad no me sentí presa del pánico, al menos no tanto como mis jovencisimos compañeras de curso que cambiaron de color y casi se mimetizaron con las paredes blancas. Ese aborrecible blanco que según Borges nos recuerdan a los Hospitales.
Por esos casos del destino me toco la primera pregunta, la cual obviamente no supe responder. Después de estar casi dos décadas trabajando con programación en C, C++, objetos visuales, scripts de Bash y otras complejidades abstractas,en binario y en hexadecimal no supe decir que diablos es un maldito polimonio. La secreta humillación de ser un consumado “nabo” se hizo publica; gracias a Dios el pavor de los demás oculto mi propio estupor.
La hábil señora y docente, quizás habituada a estas demostraciones que lindan entre las contriciones y las atriciones (pues uno se ve forzado a responder para no seguir sintiéndose miserable o culpable o ambas cosas) siguió de largo y repartió su carga de bondades y conceptos matemáticos con el resto de la murga presente.
Al rato y después de entender que el ritmo descontrolado de locomotora desbarrancandose estaba supeditado a la imperiosa necesidad de recorrer 10 o mas años de enseñanza matemática en menos de cuatro semanas, la calma no regreso a los demás pero sí a mi perpleja existencia. Los problemas asolaron nuestras almas inquietas como la brisa del otoño etc etc. Es decir los problemas matemáticos. ¿Por qué la condenada descomposición de polimonios suena a cosa de cadáveres o a secreta atrocidades cuando no es mas que un mero desglose de unidades, decenas, centenas o en potencias de 10 a la N para decir que es diez,cien o mil? ¿Por qué el valor relativo de un numerajo insidioso es solamente decir que N es solo una decena de miles o centena de millones y no una amenaza seria a nuestras integridades intelectuales? ¿Por cuál abstracta potencia del alma hegeliana, Juan tiene unas malditas 295 figuritas mas que Pedro que tiene 126 menos que magoya y que Satanás posee además de sus almitas eternas de estampa escolar, la cifra que revela el secreto de manera mas que elemental? Si fuera valido invocar a Mefistoféles, no le pediría mujeres (ya me han complicado demasiado), tampoco dinero (nunca me alcanzaría) y menos una conexión decente a Internet (ya sabemos que es un imposible); le pediría que solo me diera el entendimiento para sobrellevar mi pesado karma existencial, la turbación de creer que la matemática es imposible o difícil. No lo es, es tan sencilla en su esencia y en su perfección que la turbación que siento no es por hoy, es por hace 30 años atrás.
Si en una eterna e idílica finca en donde la naturaleza es prodiga y no existen las mezquinas trifulcas de nuestras miserables vidas, se cosechan 25.746 quintales de peras, 34.276 de naranjas, y 17.279 de manzanas (no dan bien por aquí) ¿Cuantos kg de frutas se han cosechado en total? ¿Cuantos de una mas otra fruta y cuanto mas que de la tercera con respecto a la primera? Las complejas e intrincadas tramas de Juanes y Pedros, manzanas y peras me remiten a una infancia que ya no recordaba, que creí perdida para siempre. Y no fue así. En un momento dado me halle a mi mismo como un niño tratando de entender la esencia de Dios. Tenían razón los judíos que crearon la Cabala, ellos transfigurando los números y las letras recrearon al Creador (y también al Golem) pues ¿qué es en definitiva la Cabala sino un juego de curiosa matemática con literatura sin vocales ni signos de separación?
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Por esos casos del destino me toco la primera pregunta, la cual obviamente no supe responder. Después de estar casi dos décadas trabajando con programación en C, C++, objetos visuales, scripts de Bash y otras complejidades abstractas,en binario y en hexadecimal no supe decir que diablos es un maldito polimonio. La secreta humillación de ser un consumado “nabo” se hizo publica; gracias a Dios el pavor de los demás oculto mi propio estupor.
La hábil señora y docente, quizás habituada a estas demostraciones que lindan entre las contriciones y las atriciones (pues uno se ve forzado a responder para no seguir sintiéndose miserable o culpable o ambas cosas) siguió de largo y repartió su carga de bondades y conceptos matemáticos con el resto de la murga presente.
Al rato y después de entender que el ritmo descontrolado de locomotora desbarrancandose estaba supeditado a la imperiosa necesidad de recorrer 10 o mas años de enseñanza matemática en menos de cuatro semanas, la calma no regreso a los demás pero sí a mi perpleja existencia. Los problemas asolaron nuestras almas inquietas como la brisa del otoño etc etc. Es decir los problemas matemáticos. ¿Por qué la condenada descomposición de polimonios suena a cosa de cadáveres o a secreta atrocidades cuando no es mas que un mero desglose de unidades, decenas, centenas o en potencias de 10 a la N para decir que es diez,cien o mil? ¿Por qué el valor relativo de un numerajo insidioso es solamente decir que N es solo una decena de miles o centena de millones y no una amenaza seria a nuestras integridades intelectuales? ¿Por cuál abstracta potencia del alma hegeliana, Juan tiene unas malditas 295 figuritas mas que Pedro que tiene 126 menos que magoya y que Satanás posee además de sus almitas eternas de estampa escolar, la cifra que revela el secreto de manera mas que elemental? Si fuera valido invocar a Mefistoféles, no le pediría mujeres (ya me han complicado demasiado), tampoco dinero (nunca me alcanzaría) y menos una conexión decente a Internet (ya sabemos que es un imposible); le pediría que solo me diera el entendimiento para sobrellevar mi pesado karma existencial, la turbación de creer que la matemática es imposible o difícil. No lo es, es tan sencilla en su esencia y en su perfección que la turbación que siento no es por hoy, es por hace 30 años atrás.
Si en una eterna e idílica finca en donde la naturaleza es prodiga y no existen las mezquinas trifulcas de nuestras miserables vidas, se cosechan 25.746 quintales de peras, 34.276 de naranjas, y 17.279 de manzanas (no dan bien por aquí) ¿Cuantos kg de frutas se han cosechado en total? ¿Cuantos de una mas otra fruta y cuanto mas que de la tercera con respecto a la primera? Las complejas e intrincadas tramas de Juanes y Pedros, manzanas y peras me remiten a una infancia que ya no recordaba, que creí perdida para siempre. Y no fue así. En un momento dado me halle a mi mismo como un niño tratando de entender la esencia de Dios. Tenían razón los judíos que crearon la Cabala, ellos transfigurando los números y las letras recrearon al Creador (y también al Golem) pues ¿qué es en definitiva la Cabala sino un juego de curiosa matemática con literatura sin vocales ni signos de separación?
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Y halle la paz que solo se encuentra cuando nuestra esencia se descubre ante nuestro desgaste. La respuesta no se las diré, saquenla ustedes.
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