La new age en 1861 y en el 2004 también
Cuando el siglo inicia su ocaso, siempre un poco después de su culminación temporal, el ser humano sufre una crisis, una necesidad de revolucionarse a si mismo y a su entorno. Ha pasado en el siglo pasado cuando en la década del (19)60 surgieron los movimientos contestatarios al sistema (los hippies, el “power flower”, el inicio de la new age “La era de Acuario” etc) y que finalizaron penosamente su batallar contra lo viejo y obsoleto en una simple moda metrosexual, consumista y posmodernista consistente en quien tiene el celular mas pequeño y el pene mas elongado (ver spam en cualquier casilla de correos al efecto).
Pero ¿Siempre fue así? Fatalmente si. El hombre según Aristoteles es un animal social; por ende si es un animalito, ergo repite siempre sus mismas conductas. Lamentablemente las mareas de la humanidad son un constante flujo y reflujo de uno o dos principios básicos basados siempre en la percepción errada de la vida (sentimientos) en contra de la razón o el discernimiento (que suelen ser el adorno del interior de ese otro adorno que esta debajo del sombrero y sirve para asentarlo y no se vuele). Un pequeño pero divertido ejemplo de esa lucha contra lo establecido:
En 1861 un joven revoltoso llamado Piotr Tkachov de apenas 17 años tras una breve reclusión en una fortaleza rusa por una algarada estudiantil (quizás como las de 1968 en el “Mayo Francés” o nuestro vernáculo “Cordobazo”?) contra el Zar, después de reflexionar con la seriedad de un ser hormonalmente alterado, propuso su celebre teoría del Hombre Nuevo. Este método de una sencillez a toda prueba garantizaría la victoria de la revolución debido a lo radical de su postulado: decapitar a todos los súbditos del Zar mayores de 25 años. Esta alocada idea contra lo que pueda pensarse fue llevada a la practica por la revolución comunista camboyana (Los Khmmer rojos) casi un siglo después cuando con la alegría de la revolución que igualaría a todos en la tierra procedieron a rasurar cuellos e iniciar dicha equidad... ¿Y que fue de Tkachov? Pues al alcanzar el mismo el limite fatal, cambio de opinión abandonando tan luminosa idea.
Y aunque nuestros antecesores eran algo brutales (“todos los medios son buenos para destruir el feudo del poder establecido, tenemos que reconocer a cada uno del derecho de adoptar en la practica una actividad critica no dogmática respecto a las leyes morales” Tkachov, 1869) se puede aludir que al menos lo hacían por la felicidad de la mayoría de los hombres; nos hacen extrañar esa fé ardiente; en contraposición de nuestros paradigmas actuales que tras la superficie no dejan de ser meras reproducciones fotográficas de un Che desvaído, o tan solo y apenas meras figuras mediaticas mas hondamente intranquilas por el colesterol malo, el exceso de grasa corporal y la blondez de sus cabellos.
¿Deseo la violencia de un Aquiles o un Hector?¿La tormenta del Lenin o la pasion de La Pasionaria, un Duce encocorado, un Hitler desorejado, un Rooselvert sobrehumano o un Fidel latoso? Solo anhelo la fe que hace arder el alma en un mundo ligth de lineas redondeadas y moral posmodernista, deseo conocer algo que nos eleve y nos saque del disco rayado de la historia del eterno retorno a lo mismo, una y otra vez cada siglo, algo que tape finalmente el mismo hoyo en donde siempre tropezamos...
Pero ¿Siempre fue así? Fatalmente si. El hombre según Aristoteles es un animal social; por ende si es un animalito, ergo repite siempre sus mismas conductas. Lamentablemente las mareas de la humanidad son un constante flujo y reflujo de uno o dos principios básicos basados siempre en la percepción errada de la vida (sentimientos) en contra de la razón o el discernimiento (que suelen ser el adorno del interior de ese otro adorno que esta debajo del sombrero y sirve para asentarlo y no se vuele). Un pequeño pero divertido ejemplo de esa lucha contra lo establecido:
En 1861 un joven revoltoso llamado Piotr Tkachov de apenas 17 años tras una breve reclusión en una fortaleza rusa por una algarada estudiantil (quizás como las de 1968 en el “Mayo Francés” o nuestro vernáculo “Cordobazo”?) contra el Zar, después de reflexionar con la seriedad de un ser hormonalmente alterado, propuso su celebre teoría del Hombre Nuevo. Este método de una sencillez a toda prueba garantizaría la victoria de la revolución debido a lo radical de su postulado: decapitar a todos los súbditos del Zar mayores de 25 años. Esta alocada idea contra lo que pueda pensarse fue llevada a la practica por la revolución comunista camboyana (Los Khmmer rojos) casi un siglo después cuando con la alegría de la revolución que igualaría a todos en la tierra procedieron a rasurar cuellos e iniciar dicha equidad... ¿Y que fue de Tkachov? Pues al alcanzar el mismo el limite fatal, cambio de opinión abandonando tan luminosa idea.
Y aunque nuestros antecesores eran algo brutales (“todos los medios son buenos para destruir el feudo del poder establecido, tenemos que reconocer a cada uno del derecho de adoptar en la practica una actividad critica no dogmática respecto a las leyes morales” Tkachov, 1869) se puede aludir que al menos lo hacían por la felicidad de la mayoría de los hombres; nos hacen extrañar esa fé ardiente; en contraposición de nuestros paradigmas actuales que tras la superficie no dejan de ser meras reproducciones fotográficas de un Che desvaído, o tan solo y apenas meras figuras mediaticas mas hondamente intranquilas por el colesterol malo, el exceso de grasa corporal y la blondez de sus cabellos.
¿Deseo la violencia de un Aquiles o un Hector?¿La tormenta del Lenin o la pasion de La Pasionaria, un Duce encocorado, un Hitler desorejado, un Rooselvert sobrehumano o un Fidel latoso? Solo anhelo la fe que hace arder el alma en un mundo ligth de lineas redondeadas y moral posmodernista, deseo conocer algo que nos eleve y nos saque del disco rayado de la historia del eterno retorno a lo mismo, una y otra vez cada siglo, algo que tape finalmente el mismo hoyo en donde siempre tropezamos...
Y me atrevo a decir: se la deseo a todos.
(posdata; sigo sin poder acceder al haloscan para comentar, sepan disculpar)
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